ANÁLISIS
Por Jorge Messeguer Guillén
Viernes 7 de enero de 2022
Una de las obras más importantes del sexenio del presidente Salinas fue sin duda la construcción de la autopista que comunica a la ciudad de México con el puerto de Acapulco.
Recuerdo los largos viajes por la carretera federal, mínimo de 6 a 7 horas, una carretera muy bonita pero muy sinuosa.
Saliendo de México ibas de más a menos. Iniciaba el viaje en la autopista hacia Cuernavaca; pagabas un boleto directo en la primera caseta de cobro del caminero en la salida de Tlalpan, te daban dos recibos extras mismos que se entregaban en las siguientes dos casetas, Alpuyeca e Iguala.
Llegar a Cuernavaca en autopista con aquel camellón de cedros perfectamente podados en forma de prisma rectangular era un verdadero paseo; después te incorporabas al libramiento de Cuernavaca reduciéndose adelante a dos carriles. El libramiento estaba normalmente saturado de camiones de carga que hacían lento cruzar la capital morelense. De ahí a Puente de Ixtla y después Amacuzac, para entrar de lleno al estado de Guerrero pasando por el poblado de Buenavista de Cuellar, famoso por sus mujeres bonitas.
Llegabas a Iguala después de bajar la sierra en la que siempre te topabas con un camión cargado de varillas, ahí era casi obligada una parada técnica para ir al baño y estirar las piernas para poder continuar el resto del viaje. Saliendo de Iguala iniciaba el Cañón de Zopilote; la carretera iba bordeando el río en medio de un largo cañón que en época de lluvias reverdecía y en época de secas te podías asar de calor. No era difícil ver a la orilla de la carretera a los zopilotes devorando algún animal muerto; después pasabas por los puestos de artesanías de Xalitla para inmediatamente cruzar el río Mezcala e iniciar la subida a Chilpancingo pasando por Zumpango.
Normalmente el cansancio obligaba a parar en la única gasolinera de Chilpancingo, ya faltaba menos. Iniciaba la subida hacia la sierra donde los pinos te recordaban al paisaje de Tres Marías, pasabas por algunas cascadas hasta bajar a la recta del Ocotito y después llegar a Tierra Colorada a comer una rica cecina en uno de los pocos restaurantes que había en un pequeño hotel del pueblo llamado «Los Morales». Los últimos 60 kilómetros se hacían eternos bordeando el río Papagayo y descontando el kilometraje por los nombres de los pueblos : el 45, 42, 40 y el 30 donde había una capillita a borde de carretera con la virgen de Guadalupe, ¡señal de que estabas por llegar!
Hoy en día las cosas han cambiado mucho. La autopista te permite ir en una carretera moderna de alta especificación de cuatro carriles y a una velocidad considerable. El tiempo desde México se redujo a tres y media o cuatro horas cuando el tráfico lo permite, pasando por un puente colgante que es una maravilla de la ingeniería mexicana, además de túneles.
Sin embargo el talón de Aquiles son las casetas de cobro. Todo el tiempo que se ahorra en la autopista se pierde en las casetas. No es posible que se siga cobrando de la misma manera arcaica, sobre todo en la época de alta afluencia vehicular como en las vacaciones de fin de año. No es posible que no se habiliten más casetas de cobro automático con tarjeta. No es posible que no se diseñe un sistema para que desde México, o desde donde te incorpores, se pague la cuota directa hasta Acapulco sin necesidad de pasar por las otras casetas. Este sistema funcionaba muy bien hace medio siglo, hoy a pesar de toda la tecnología y los avances que te da la modernidad, lo que tenemos en las casetas es un desesperante cuello de botella.
Sin mencionar que de las cuatro casetas ubicadas en Morelos y Guerrero, normalmente al menos una está tomada por pseudo estudiantes que hacen las veces de Capufe cobrando una cuota voluntaria de 100 pesos ante la mirada indiferente de la Guardia Nacional y otras autoridades. Un robo descarado a la nación.
La autopista del Sol ha contribuido todos estos años al crecimiento y desarrollo del puerto de Acapulco y su zona diamante. Valdría la pena que se corrigiera y modernizara el cobro del peaje, nada barato por cierto, en beneficio del turismo de Morelos y de Guerrero.