CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 26 de mayo de 2023
El hecho de que a la titularidad del Poder Ejecutivo de Morelos hubiese llegado Cuauhtémoc Blanco Bravo, impulsado por la coalición partidista Juntos Haremos Historia en las elecciones de 2018, ha sido muestra de que nuestro estado vive grandes transformaciones. Así lo hemos constatado desde la alternancia en el poder en el año 2000, cuando el PRI perdió la presidencia de la República y la gubernatura morelense.
La llegada de un gobernador emanado de un partido distinto al PRI, PAN y PRD entrañaba cambios fundamentales para la política local, más allá del trastrocamiento de la lógica del viejo sistema, e implicaba la creación de un nuevo marco para la actividad política y gubernamental.
Aquí es necesario referirse a la naturaleza de los cambios, aplicando el análisis al caso nacional, no solo al de Morelos.
El cambio es una de las características de nuestro tiempo. Pero el ritmo del cambio y su naturaleza específica son muy distintos a lo largo y ancho del mundo. El cambio ha resultado traumático para determinados sectores nacionales y estatales.
En los últimos sexenios, Morelos y el país han experimentado cambios dramáticos, muchos de ellos originados internamente, pero otros propiciados desde el gobierno federal. Todo esto creó un ambiente de profunda incertidumbre.
La incertidumbre es uno de los productos que de manera inevitable acompañan al cambio en cualquier lugar en que éste ocurra. Dicha condición todavía se encuentra latente, y amenaza con empeorar de cara a La Madre de Todas las Elecciones, a desarrollarse el domingo 2 de junio de 2024.
En tal contexto es importante establecer la profunda diferencia entre la incertidumbre que experimenta un mexicano y la que vive un europeo o un norteamericano. Para esas personas, lo que cambia son las condiciones en las que llevan a cabo sus actividades, pero no el marco de referencia que establece las reglas básicas de su interacción social y de su relación con la autoridad. Cuentan con un marco de referencia que permanece esencialmente intacto.
Dicho marco de referencia se refiere al Estado de derecho, a la protección que las leyes confieren, a la certeza de que existen mecanismos judiciales perfectamente establecidos para dirimir controversias y hacer cumplir los contratos. Además, esas personas cuentan con seguridad pública y la tranquilidad de saber que su sobrevivencia no está de por medio.
Lamentablemente, eso mismo no le ocurre a un mexicano. Para muchos mexicanos, los cambios de los últimos años han sido inmisericordes. Estos han ocurrido no sólo de una manera estrepitosa y devastadora, lo que se ha traducido en desempleo, pobreza y ausencia total de mecanismos de protección familiar, amén de la ausencia de un marco de referencia confiable. En lugar de ese marco de referencia, lo que ha caracterizado al país en estos años es precisamente lo contrario: inseguridad pública, jurídica y patrimonial. El cambio ha representado un creciente clima de tensión, de enorme sacrificios, para los ganadores y perdedores.
Y ahí vienen de nuevo.