ANÁLISIS
Por Jorge Messeguer Guillén
Lunes 6 de marzo de 2023
Nuevamente las ciudadanas y los ciudadanos salimos a las calles y tomamos las principales plazas de más de cien ciudades de la república y en una decena de ciudades del extranjero.
En la ciudad de México el zócalo se desbordó, no solamente la plaza se llenó a tope, también las calles aledañas que confluyen al mismo; fue la toma simbólica de la plaza de la Constitución, como lo dijo el ex Ministro de la SCJN José Ramón Cossío; fue una manifestación precisamente para defender la Constitución.
El mensaje político estuvo dirigido a los ministros en funciones, no como reclamo, tampoco como reproche, sino como una muestra de respaldo y de apoyo a quienes les tocará analizar y decidir sobre la viabilidad constitucional de las reformas aprobadas en el llamado plan B del presidente. Este plan B fue aprobado únicamente por Morena y aliados, impusieron su mayoría; en una democracia las reglas electorales se consensan, en la 4T se imponen. Un padrón electoral desactualizado, fallas en la instalación de casillas, funcionarios sin capacitación para vigilarlas y dificultades para el conteo rápido de votos son algunos de los riesgos que acarrearía el plan B en la elección de 2024.
El mensaje dirigido al menos a ocho de los once ministros de la Corte de parte de cientos de miles de mexicanas y mexicanos, fue para hacerles sentir que el pensamiento autoritario que se quiere imponer disfrazado de transformación no es el único ni el mayoritario, existe otro México dispuesto a defender nuestra democracia, a luchar por la vía pacífica y con todos los recursos legales para impedir un retroceso a los tiempos del partido de estado. Aquellos tiempos en los que se formó políticamente el hoy presidente y el operador de uno de los mayores fraudes electorales, hoy director de la CFE. Ellos añoran los días del presidencialismo exacerbado, sin contrapesos.
El momento del debate político ya pasó, Morena y aliados aprobaron, seguramente sin haberlas leído, con obediencia ciega, las destructivas reformas que descuartizan al INE y permiten un retroceso de cuarenta años en el proceso democratizador del sistema político mexicano. Ahora viene la etapa de la defensa jurídica. Es el momento del debate jurídico.
El INE ha sido el primero en presentar los diferentes recursos legales, seguirán los partidos políticos de oposición, las facciones parlamentarias, los OPL y los ciudadanos bajo la figura de amicus curiae. Una cascada de demandas.
Estamos seguros que, si los jueces y la SCJN analizan a fondo las distintas controversias, acciones de constitucionalidad y amparos, las reformas se echarán abajo, se invalidarán las aberraciones aprobadas por los empleados del presidente. De no ser así el riesgo de tener un proceso electoral muy conflictivo es inminente. La capacidad destructiva de la 4T es de miedo.
En las diferentes plazas nos reunimos los que antes estábamos en frentes opuestos, aquellos que se clasificaban de izquierda, de derecha, los priistas, los guadalupanos, todos; caminamos juntos, compartimos la plaza pública, cantamos al unísono el himno nacional y coincidimos en la defensa del voto, del INE y del derecho a decidir.
Hoy esas clasificaciones pasan a segundo término y hasta pierden sentido, ni derecha ni izquierda, el debate es democracia o autoritarismo, libertad o pensamiento único, república o dictadura, candidatos que piensan con cabeza propia o marionetas llamadas “corcholatas”.
El presidente entendió muy bien el mensaje ciudadano del domingo 26 de febrero, tiene un gran olfato político, ya percibió los vientos de cambio que están soplando cada vez con más fuerza y eso lo tiene muy enojado. Ha perdido el respeto a la investidura que dice respetar y se dedica cada conferencia mañanera a descalificar, insultar, agredir a quien se le ponga enfrente; corruptazos, cinicazos, rateros. Lo mismo le da que sea un comunicador, un diputado, un dirigente social o partidista o la ministra presidenta de la Corte. Tiene un gran coro de incondicionales que repiten y repiten las palabras de su máximo líder.
Pero el mensaje ciudadano también fue dirigido a los partidos de oposición, al PAN, PRI, PRD y MC, para que comprendan que sin los ciudadanos no será posible enderezar el rumbo del país; también deben entender que no salimos a la calle demandando la restauración de los vicios del pasado, sino para construir una opción de un futuro diferente. Que entiendan que no basta un acuerdo cupular y una repartición de candidaturas para ganarle al partido en el gobierno. Se necesita generar un proceso de selección abierto y de cara a la ciudadanía para legitimar una candidatura de unidad que permita construir un gobierno de coalición, impulsar la reconstrucción nacional después del paso del ciclón devastador llamado 4T, la tarea será inmensa y llevara muchos años recuperar lo perdido.
Solamente así vamos a poder hacer frente al populismo trasnochado que desde Palacio Nacional trata por todos los medios de perpetuarse en el poder.
Las manifestaciones ciudadanas nos dicen que el país está cambiando, que los partidos, todos, han sido rebasados por la ciudadanía.
Es momento de dar un paso de costado y dejar pasar a los que vienen atrás empujando fuerte.