CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 27 de febrero de 2023
A principios de julio de 2018, tras levantarse con la victoria como candidato de la Coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PES), reflexioné respecto al escenario que esperaría a Andrés Manuel López Obrador allende la frontera del 1 de diciembre, cuando se convertiría en titular del Poder Ejecutivo federal.
Allá y entonces hice la siguiente pregunta:
“¿Qué escenario le esperará al macuspano y cuáles serán sus principales vulnerabilidades?”.
Respondí que este hombre, considerado por muchos como “todólogo” o “todopoderoso” y quien tres veces buscó llegar al cargo de presidente de la República, estaría obligado a mantener firmes las riendas de la administración pública federal, a fin de que todas las actividades económicas permaneciesen inalterables, generando mayor riqueza. Asimismo, esa conducción coadyuvaría a que la marcha en los tres órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal) conservara su ritmo normal.
Para nadie ha pasado inadvertido el escenario heredado por AMLO en 2018. Entre varias asignaturas pendientes se topó con un sistema de seguridad pública decadente y otras vulnerabilidades, entre las cuales destacaban el descontrol de la violencia; la complicidad de autoridades federales, estatales y municipales con el crimen organizado; el repunte delictivo; la cultura de la ilegalidad; la erosión de la figura presidencial; la inequitativa distribución del ingreso en todas las regiones de México; y la ineficacia burocrática en la mayoría de dependencias.
Del listado anterior de debilidades, la inseguridad pública, el precarismo financiero de toda la administración pública en los tres órdenes de gobierno; la extensión de la ilegalidad en el aparato gubernamental, sin ser extirpada la corrupción; y la erosión de la figura presidencial siguen siendo las partes neurálgicas de la administración obradorista, sin que las demás se hayan resuelto.
Sin embargo, derivado de la disputa por el Instituto Nacional Electoral (INE) entre la Presidencia de la República, su partido Morena y todas las oposiciones, al listado anterior de vulnerabilidades se suma la grave polarización social, promovida desde las más altas esferas del gobierno federal para extender la denominada Cuarta Transformación más allá de las elecciones de 2024, cuando los mexicanos habremos de elegir al relevo o a la relevo de López Obrador y un sinfín de funcionarios de elección popular.
Las marchas a favor del INE, es decir las del 13 de noviembre del año pasado y la de este domingo, confirmaron tal disputa, pero además la creciente “balcanización” de México, es decir la peligrosa polarización social que pudiera desencadenar un estallido violento si en 2024 se llevan a cabo comicios cuestionados. Nunca como en la actualidad habían estado tan divididos los mexicanos, sobre un escenario donde la alternancia en el poder no estará garantizada durante el inminente proceso electoral, mismo que debería iniciar el 1 de septiembre del año en curso, si la reforma al marco jurídico del INE no lo impiden.
La creciente polarización no presagia nada bueno para México. La disputa por todo el poder está en marcha y solo la emisión pacífica de nuestro voto en 2024, debidamente acreditado mediante la vía institucional, podrá evitar el indeseable estallido social. Estaremos atentos y aquí lo comentaremos.